Siempre nos preguntan ¿qué pasa si no hago nada?
Un niño que no es estimulado por sus padres igualmente va a alcanzar los mismos hitos: va a aprender a gatear, caminar y hablar, y sus sentidos se van a desarrollar de manera normal, siempre y cuando viva en un ambiente propicio. Todo esto se da por que está el factor de la genética. Dentro de cada uno ya viene "seteado de fábrica" cada uno de estos hitos, además de qué tan inteligentes seremos, que tanta fuerza tendremos, cómo será nuestro temperamento, etc. Hay cosas que no se pueden cambiar y son las que están en nuestros genes. Pero los genes se llevan el 50% del trabajo. El otro 50% se lo llevan las variables ambientales.
Las variables ambientales son todas aquellas experiencias que vivimos a través de los sentidos, que se transforman en actividades eléctricas y químicas que varían el momento genético, modificando cómo el cerebro se setea. Cada tacto, sabor, movimiento, emoción, etc; influye en nuestros cerebros. Imaginemos una pelota que va bajando por una montaña. La gravedad (los genes) hacen que esa pelota baje, pero se va encontrando con cosas en la bajada que hace que vaya modificando su camino (experiencias).
En teoría, si vivimos en un ambiente seguro, de libre movimiento, con acceso a explorar sin restricciones y un adulto que nos converse constantemente, no deberíamos necesitar mucho más para estimularnos, pero esa no es la situación que se viven en la mayoría de los hogares hoy en día. Hoy nos vemos consumidos por las labores diarias, tanto del hogar como del trabajo, vivimos en espacios más reducidos como departamentos y donde los bebés no pueden explorar libremente debido a los diferentes peligros que puedan encontrarse.
Es por eso que crece la necesidad de dedicar un tiempo a estimular a nuestros hijos. Y realmente hace la diferencia al pesar un 50% de su desarrollo cerebral. Estudios revelan que las familias que proveen mayores oportunidades de explorar, una mayor variedad de juguetes y estimulan hablando y cantando a sus hijos, tienen niños con una mayor inteligencia, autoestima, confianza y estabilidad emocional.
Sí, mucho viene seteado en los genes, pero está dentro de nosotros darle las herramientas a nuestros hijos para expandir sus habilidades.
Estos son algunas de las cosas que podemos hacer como padres:
- Cuidarnos durante el embarazo: el factor prenatal pesa un 20% en el desarrollo cerebral. Este puede verse influenciado por la salud, nutrición, exposición ambiental y bienestar emocional de la madre.
- Entregarles una alimentación variada y rica en grasas saludables. Hasta los 2 años, los cerebros de los niños son más sensibles a la cantidad y calidad de nutrientes consumidos. Las grasas saludables ayudan a la formación de mielina, que es un componente clave para las conexiones neuronales.
- Entregarles variedad de juguetes que estimulen sus habilidades. La variedad importa mucho más que la cantidad. Es clave que sean novedosos para los niños, por lo que podemos ir rotando los juguetes para que parezcan nuevos.
- Exponerlos a la música. Esta es de gran ayuda, sobre todo si los entrenamos en un instrumento antes de los 7 años. La experiencia musical ayuda al razonamiento espacio-temporal a cualquier edad.
- Lo más importante es la calidad de las interacciones entre los padres o cuidadores y los niños. Debemos ser cariñosos: afectuosos físicamente y contenedores emocionalmente, también es importante pasar tiempo de calidad en actividades compartidas. Hay que ser muy atentos a sus necesidades pero dándoles el espacio para que intenten resolverlo ellos primeros, estando disponibles cuando nos pidan ayuda. Al mismo tiempo no olvidar que somos los padres: establecer límites claros, definir un comportamiento esperado y reglas que se deben cumplir.
¡Espero que les haya gustado este blog!
A mi me sorprendió cuando leí sobre todo esto por primera vez. Intento aplicar todo en la crianza de mi hijo, aunque siempre es más fácil dicho que hecho. Sea lo que sea, me quedo tranquila con que igual estoy estimulandolo.
¿Y ustedes qué opinan? ¡Los leo!